La higiene individual protege e incrementa la salud del individuo.
La piel es la barrera que impide el paso de los gérmenes a nuestro
organismo, y a la vez contribuye a la regulación de la temperatura
corporal mediante la producción de sudor por las glándulas
sudoríparas. Otras glándulas, las sebáceas, producen
una materia grasa que impermeabiliza y lubrifica la piel.
Estos productos de secreción, en unión a los restos de descamación
de la piel y del polvo y suciedad exterior, llegan a pudrirse, produciendo
un olor muy desagradable y, además, son un campo favorable para el
desarrollo de gérmenes y aparición de enfermedades.
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